A modo de cierre y a las puertas de una nueva etapa…
Recién ha concluido la segunda fase de Territorio(s), Comunidad(es) y Prácticas Artísticas, un proyecto de investigación y creación comunitaria desarrollado colaborativamente entre tres fábricas de creación de la ciudad (La Central de Circ, Graner y Ateneu Popular 9Barris), pero también y sobre todo, entre sus equipos de trabajo, creadores, vecinos,i vecinas y colectivos más próximos.
Profundizar en las relaciones con el entorno más cercano, desde una mayor conciencia del espacio que ocupan ha sido el eje transversal y el punto de partida para los laboratorios que han dado forma al programa de esta segunda etapa. Ubicarse en un lugar no significa habitarlo, en esa idea en el que habitar se remite al permanecer de otro modo al previsto por el espacio para nosotros.
Sin duda alguna, a lo largo de su existencia, las fábricas como espacios culturales han establecido vínculos a veces más o menos profundos; o más o menos permanentes, con los barrios donde se localizan y sus comunidades, entendiendo estas últimas no solo como las vecinales sino y también como los colectivos, agrupaciones o personas con las cuales se relacionan desde su propia naturaleza artística. Sin embargo, acá la cuestión se ha desplazado a otras preguntas: ¿cuál es la razón social del trabajo y práctica cotidiana que activan las fábricas?, ¿qué resonancias tiene ese hacer más allá de los muros que la delimitan?, ¿cómo activar una relación que descentralice a la fábrica como núcleo promotor de una actividad “creativa”, desjerarquice roles y detone otra energía social?
Los laboratorios son la continuidad de una primera etapa en la que, desde una práctica de glosario, el proyecto entró en el universo de las palabras, en el modo en que nombramos las cosas, no tanto para definir cómo deben ser, sino y más bien para pensar en el cómo las vivimos y reconstruimos. Ese ejercicio marcó una metodología de trabajo en la que se parte siempre de preguntas abiertas en lugar de recetas, consignas, diagnósticos. Preguntas para la cuales no se tiene respuesta, y es el proceso de explorar los alcances y límites de esas preguntas lo que permite sostenerse y ensayar formas alternativas de relacionarse, permanecer o compartir un espacio.
Los tres ejes que nombran el proyecto también fueron el estímulo desde el cual se diseñó el programa de cada laboratorio, pero esta vez profundizando en nociones, dinámicas y herramientas que atendieran a la reedición de las relaciones comunales/vecinales, a la toma de conciencia de que hay otra manera de concebir el lazo social desde la creación y en particular, de la caducidad de algunas cosas que consideramos inamovibles como las formas en las que hacemos y trabajamos en arte, o las maneras en las que el arte se encuentra con la vida.