Milagros García Salgueiro

Me llamo Milagros, nací el 15 de septiembre de 1993 en Buenos Aires, Argentina. Soy hija de docentes y la mayor de tres hermanos. A los 7 años mi familia se mudó a un pueblo de la provincia de Córdoba, donde estábamos rodeados de montañas, inmigrantes alemanes, gauchos y chacareras.

Mis primeros pasos como bailarina los di frente a un espejo de cuerpo entero y al ritmo de música tradicional gallega. Al verme, mi madre me inscribió en todas las clases de danza para niños y niñas del pueblo. Pasé de bailar tango y folklore argentino, a bailar danzas españolas, ballet y, finalmente, contemporáneo. Al mismo tiempo, mi padre insistió en que estudiara música, pasando muchos años frente al piano y practicando solfeo, algo que entonces detestaba.

A los 18 años me fui a vivir a la ciudad de Córdoba, donde realicé mis estudios en la Universidad Provincial de Córdoba y colaboré con diferentes compañías de danza y teatro de allí. A los 22 años me mudé a Barcelona con el deseo de seguir bailando todo lo que pudiera. Trabajé de camarera, de vendedora en una pescadería, de modelo de arte, en foodtrucks, en las fiestas mayores de Gràcia. Hice nuevos amigos. Aprendí a hablar inglés. Me enamoré y me desenamoré. Viajé. Hice audiciones horrorosas. Probé los calçots. Y siempre que pude, seguí bailando.

A los 25 años, junto con Valentina Azzati, formé el proyecto Si Los Martes Fueran Viernes. Entre los 22 y los 31 años colaboré con diferentes compañías y proyectos, algunos más sugerentes que otros, pero todos dejaron alguna huella en la forma en que bailo y entiendo la escena. Algunos de ellos: LaCerda, João Fiadeiro, Colectivo La Majara, Los Informalls, Lucas Condró y Mal Pelo. También descubrí la pedagogía, que me llevó a realizar los laboratorios Prácticas para un Futuro, participar en los proyectos ENRESiDÈNCiA y SuDanza, y dar clases en varios espacios. Redescubrí también mi interés por la música y comencé a crear el diseño sonoro de las piezas de SLMFV y a asesorar a varios colegas. Además, descubrí el cine de Lynch, de Varda, de Rohrwacher y Plats Bruts, la sardana y los correfocs. También conocí el pueblo donde nació mi abuelo en Galicia y a mi familia española. Descubrí a Kali Malone, los libros de Irene Solà y vi por primera vez un castillo medieval. También descubrí las murallas y las místicas medievales que inspiraron mi primer solo Es pecado que una virgen ría con descaro.

Por el momento, sigo bailando. Y como decía mi abuela, «gracias a Dios» estoy bien.

@milasalguei

Proyecto en residencia

Es pecado que una virgen ría con descaro presenta un universo poético basado en la figura de las muradas, mujeres que durante la Baja Edad Media europea decidieron auto clausurarse en pequeñas celdas dentro de los núcleos urbanos a modo de rechazo del sistema de parentesco y de géneros de la época. Este gesto las liberaba de cualquier contrato o deber social, permitiéndoles una vida de retiro donde la propiedad de su cuerpo y de su pensamiento se volcaba hacia ellas mismas. Muchas de ellas se dedicaron a la reflexión mística y han dejado un basto legado de pensamientos y experiencias que he puesto en diálogo con mi experiencia como mujer del siglo XXI. De esta manera, el espacio escénico es transformado en la celda de una murada, donde el cuerpo de la performer se presenta como un acto de presencia, resistencia y potencia creativa.

Milagros García Salgueiro colabora en este proyecto con Jordi Cardoner, Julia Irango, S. Morrison, Juliana de Norwich, Sor Juana Inés de la Cruz, Joan Cot Ros, Tim Hecker, Hildegard von Bingen, Iván Cascón, Sabrina Lescano.

 

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  • 2024 · residencia cruzada con La Granja (Valencia) · Es pecado que una virgen ría con descaro

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